La Figura II muestra el comienzo del Solsticio, un momento caracterizado por momentos de gratitud, optimismo, conexión con nuestro entorno y sensibilidad emocional.
El inicio de verano nos invita a tomar un respiro y a cuidar nuestro entorno, nuestro hogar y a cuidarnos nosotras mismas. Es una oportunidad para crear espacios intencionados en nuestro día a día para la observación emocional; simplemente para sentir. En ese proceso, nos autoafirmamos y logramos expresarnos desde nuestra individualidad.
La luna llena en Capricornio del 3 de julio nos anima a poner fin a un ciclo de rigidez y sobreexigencia autoimpuesta que limitan nuestra expansión y cuidado.
La luna nueva en Cáncer del 17 de julio sienta las bases para que bajemos la mirada al corazón y nos preguntemos:
¿Qué necesito para sentirme protegida, amada y vista?
¿Cómo puedo nutrirme, cuidarme y generar mi propia estabilidad?
Abrimos nuestro corazón al pasado y a nuestra infancia para entender las raíces de nuestras memorias e identificar el origen de nuestros miedos. Al cuidar de nosotras mismas y darnos la atención que necesitamos, construimos la confianza en nuestro proceso y en el kairos o perfección de los tiempos.
Al volver hacia dentro, asumimos nuestra responsabilidad y capacidad para cuidarnos a nosotras primero y así después compartir con los demás desde nuestro centro.
A partir de ahí, volvemos a conectarnos con nuestro poder personal para lograr un cambio en nuestras vidas y regresar a la creatividad y el gozo que nos espera en la Figura III.
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